martes, 16 de julio de 2013

Tal día como hoy de 1808, en Mengíbar...

...tuvo lugar el primer gran enfrentamiento que antecedió a la batalla de Bailén. Aquel 16 de julio de 1808, las fuerzas españolas dirigidas por Réding y Venegas riñeron combate con las francesas de Liger-Belair y Gobert. Y, tal y como se dice en la novela, "La Vieja Bandera"... 

"...Réding debía pasar hacia Baylén para reunirse con Coupigny y completar el plan. Gobert y Liger-Belair tratarían de impedírselo, pues Baylén llevaba a la sierra y a los pasos de Despeñaperros que comunicaban con Madrid, y Dupont podía quedarse allí  encerrado con más de veinte mil hombres."
 Aquella acción de Mengíbar, a escasos kilómetros de Bailén, brinda la ocasión de presentar a dos nuevos personajes de la novela: el sargento Nemesio Villarroya y el cabo Mamerto Chaves. Para abrir boca, reproducimos un nuevo fragmento relativo a Mengíbar: 

"La palabra coraceros reptó entre la tropa. Los uniformes verdes de los Cazadores de Olivenza y amarillos de los Dragones de Numancia se perdieron momentáneamente entre el polvo y el humo. Al poco, los doscientos setenta jinetes españoles se toparon con una masa de cuatrocientos coraceros en orden de batalla. Las corazas de acero, los vistosos cascos de Minerva con crestas de crin de caballo, los curvados sables. Todos medían más de cinco pies y medio de altura, agigantándose sobre sus caballos, comandados por el mayor Christophe que ordenó cargar a su vez contra los españoles. La embestida, mortal de necesidad, fue demasiado violenta para que los de Numancia y Olivenza pudiesen resistirla. Obligados a la retirada, tornaron grupas mientras varios de ellos eran acribillados por los coraceros, que iniciaron a su vez la persecución de la caballería española.

         El sargento Villarroya había visto toda la maniobra sin perderse un detalle, tanto como el humo le permitió ver. Supo entonces que había llegado su momento.
         -¡A mi orden! –chilló, mirando a su modesto escuadrón y a los granaderos de la Reina.
         Los soldados intercambiaron miradas entre ellos, mirando de reojo aquella nube que no dejaba de crecer y acercarse, erizada de sables propios y enemigos.
         -Pero Nemesio… -trató de objetar Mamerto Chaves.  
         -Cabo Chaves, en posición reglamentaria –cortó en seco Villarroya.
         Lo que les caía encima no admitía discusión en las órdenes. El regimiento de Barbastro se adelantó un poco más dejando mayor espacio entre ellos y los granaderos de la Reina mientras la artillería española tronaba sin cesar, el calor ahogaba y las gargantas picaban suplicando agua.
         -¡Si rompen la primera línea FUEGO A MI ORDEN!..."




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