lunes, 20 de enero de 2014

Haciendo novela...

    1.  La Vieja Carpeta

     Todo comenzó como un relato breve. Allá por el año 2005 comencé a tomar notas y recabar información sobre la batalla de Bailén. Recuerdo que pensé: “Una gran batalla en julio en Andalucía… Debió ser el infierno en la tierra.”
   Pero la vida te lleva por caminos inescrutables, y aquellas notas y primeras informaciones sobre Bailén quedaron archivadas en las profundidades de una humilde carpeta de estudiante. Ese mismo año llegó la licenciatura en Historia, el Curso de Adaptación al Profesorado, las primeras clases como docente en prácticas… y el primer empleo. Mas éste no llegó en la rama de Humanidades, sino en hostelería; es decir: camarero.
       ¿Por qué hablo de esto?
      Al hablar del proceso de investigación y documentación, es lógico pensar en montañas de polvorientos legajos, entrevistas personales y telefónicas a especialistas en las materias en cuestión, viajes a los lugares de los hechos, compra y préstamos de ingente cantidad de libros necesarios para documentarte, leer y leer, subrayar y subrayar, hacer esquemas, tomar notas por doquier, mucho café, quemar madrugadas, escuchar música acorde al momento en cuestión, darle vueltas a la cabeza, garabatear palabras sin que te salga lo que quieres, mirar y remirar los documentos buscando algo que conecte esto con lo otro y lo de más allá…
 … y al pensar en ello, todo es cierto. No cabe duda. Sin embargo, existe otra documentación distinta en forma y fondo, y que no se encuentra más que en ti mismo. Y aquí engancho el tema con el momento en que comencé, aquel verano, a trabajar como camarero. Ahí comenzó “La Vieja Bandera”. Un camarero por horas en agosto es, en verdad, un peldaño bastante bajo de la escalera. Sin embargo, y precisamente gracias a ello, no cesé de tomar notas (mentales) sobre cómo se interrelacionan los seres humanos en esos diferentes niveles. Pensad, por favor, en la importancia capital de estos hechos a la hora de escribir.
    Ya con otro trabajo en una notaría de Madrid, unos años después, desempolvé la vieja carpeta y Bailén acudió a mi mente con más fuerza y resonancia, y yo lo recibí con mayor poso de experiencia y más huellas de letras en yemas de los dedos.
   No me fue demasiado complicado, al comenzar a escribir, recrear a personajes como por ejemplo Tomás Arango, el mulero. En los bares y restaurantes trabajé codo con codo con muchos Tomases. Los vi de cerca, los escuché hablar, gastar bromas soeces y burdas y, al rato, cuando creían que nadie les veía, mudar el gesto y ensombrecer el semblante, asomando a sus caras la severidad de las huellas de sus vidas.
   Esa fue la primera documentación, la primigenia investigación.

     2.  Para empezar… ¿dónde quiero terminar?

       Lo he dicho ya en varias ocasiones: siempre me ha llamado la atención que, a la hora de hablar de la historia de España, se resalten más las derrotas, los hechos oscuros, las vidas de reyes… Ahí están los centenarios de la guerra de Cuba, de la muerte de Felipe II, del desastre de la Armada Invencible, de la matanza de Annual, de Trafalgar… o del propio Dos de Mayo de 1808. No es que preconice lo contrario, ni tampoco tiene nada que ver en esta cuestión el nacionalismo. Por el contrario, creo que el verdadero juicio lo traen las derrotas... y las victorias, pues en ambos casos hay cosas que aprender, jugo que extraer, enseñanzas que mostrar. Es decir, hablemos de la Inquisición, pero también de Blas de Lezo en la defensa de Cartagena de Indias, del marino y científico Jorge Juan o del conquistador Lope de Aguirre, quien fue al tiempo cruento líder y rebelde contra su rey... No sólo de Torquemada, sino también de fray Hernando de Talavera. No sólo de la decadencia del hidalgo Alonso Quijano sino también de Lepanto, "la más alta ocasión que vieron los siglos", según el propio Cervantes. Entiendo que la tentación literaria y cinematográfica de mostrar la derrota es grande, pues en ésta afloran con facilidad las miserias de los hombres, y también los heroísmos, muchas veces sordos o inútiles.
        Pero, eso mismo, también está en las victorias.
      En la victoria hay sufrimiento, mezquindad, cobardía, heroísmo… En ocasiones, las victorias están conformadas por pequeños átomos de múltiples pequeñas derrotas, algunas personales, otras por la fuerza de las armas. Para llegar a la victoria hay que padecer, y muchas veces hay que perder cosas irrecuperables. Puedes ganar, pero a partir de ese día quizá no seas el mismo.
        Bailén tenía todo eso.
      Pero… ¿empezaría mi historia directamente ahí? La cantidad de novelas es ingente. Grandes maestros han tratado las guerras. Por tanto, mi intención no era reinventar la literatura sino, siguiendo a Arturo Pérez-Reverte, hacer dos cosas:
       -Escribir el libro que me gustaría leer.
       -Hablar del corazón del Hombre.
      La página en blanco te provoca muchos anhelos e inseguridades, pero al mismo tiempo te ofrece grandes expectativas. Es como una cámara de cine en tus manos. Tú eliges dónde colocarla, que planos mostrar, aquí un primer plano, aquí uno general, exterior-noche, etc…
     ¿Qué libro me gustaría leer? Bien, sabía que quería llegar a Bailén, pero no tan deprisa. Deseaba disfrutar del trayecto, que casi siempre es lo mejor. Así que rebusqué dentro de mí y, sin esfuerzo, afloró mi ciudad: Avilés. Esa pequeña villa del norte de Asturias, milenaria, me ofrecía muchas posibilidades. Apenas aparece en unas pocas novelas, su historia es fecunda, la conozco relativamente bien, la documentación era accesible, y el periodo de la ciudad en la guerra de Independencia era algo misterioso y, por tanto, muy interesante. De tal manera que, sí, me gustaría leer una novela que comenzase en el Avilés jamás recreado de 1808. Publicaciones, separatas, libros, legajos del Archivo Histórico municipal, entrevistas… Todo estaba ahí, y todo empezaba a enredarse más y más. Surgieron dos protagonistas: Alonso y Tomás. Alonso Torre Vega es el maestro de la escuela de primeras letras de la villa. Vale, perfecto… ¿Dónde estaba la escuela de primeras letras en 1808? ¿Cuánto ganaba un maestro? ¿Cómo estaba considerado socialmente? ¿Todos los niños iban a la escuela?...
    Hay datos que, sin ser trascendentales para el corazón de la historia, le añaden profundidad, veracidad, y el lector al leerlos aunque sea de pasada, se zambulle más en la trama, ve que los decorados que muestras con tu cámara no son de cartón-piedra sino reales. No sólo, por ejemplo, que la calle de Rivero actual fuese por entonces del Ribero. No. Yo quería que el lector viese esa calle tal como podría haber sido por entonces, cómo olía, qué se veía si se levantaba la vista y se miraba lejos. Pero también hay un peligro: la sobreexposición de detalles distrae y cansa al lector. Hay cosas que no son necesarias. Y ese equilibrio entre lo conveniente y lo excesivo, es, como imaginaréis, muy difícil.
     De manera que, teniendo situados a los personajes de Avilés (Alonso, su madre Catalina, Tomás el mulero, el hidalgo Llano Ponte, fray Alejo y otros)… ¿cómo diantres llego a Andalucía? Porque esto estaba claro: mi cámara iría de Avilés hasta Bailén.
       Ahí comienza el trabajo no tanto de documentación sino de trabajar en la trama en sí, aunque siempre te apoyas en la primera para enlazar y empastar los rudimentos de la segunda. Y, además, conforme creas trama, necesitas más documentación…

     3.  Road movie

“Piénsalo… es como una road movie”. No lo había visto así, pero era tan evidente que quizá por eso no lo había pensado hasta que Alberto Pertejo, mi editor, me lo comentó en una de nuestras reuniones.  Partiendo de Avilés, una vez hecho el esfuerzo de crear personajes,  recrear la ciudad y establecer los pilares de la trama, ésta queda planificada y esquematizada. Quiero decir, no se escribe como en los tiempos de aficionado, ni en los ratos libres. El guión se planifica, y la narración queda establecida bastante detalladamente hasta dónde quieres llegar (por supuesto, sometida a cambios, modificaciones y matices). De esta manera, y no siendo escritor profesional (hay que trabajar de 8 a 15, o de 9 a 19:30, y tener una vida además de todo eso), tuve que combinar el proceso puro y duro de la escritura con la labor de investigación. Como conducir un tren y al mismo tiempo poner los raíles y las traviesas de la vía.
AvilésOviedo, Madrid y Móstoles. Nuestra cámara no es que sobrevuele esos lugares antes de mostrar Bailén: penetra en ellos, nos muestra las calles, plazas, tabernas, abacerías, sueldos, menús, estratos sociales, hablas y gracejos característicos, modas, paisajes… El hombre, por entonces, estaba muy atado a su tierra. Era importante mostrar las ciudades a la cámara, en su grandeza y miseria, de tal forma que casi fuesen un personaje más de la novela. Así que más documentación, más visitas, más entrevistas telefónicas, más cuestionarios por correo electrónico… En este proceso me he encontrado gente muy amable y desprendida. No me he sentido observado por encima del hombro por el hecho de ser un escritor novel. David Martín, historiador de Móstoles, Servando Fernández, cronista de Navia, José Luis Calvo, miembro de la Asociación de Recreación Histórica de Asturias, Covadonga Cienfuegos, archivera del Archivo Histórico de Avilés, el personal del Archivo Histórico de Asturias, el de la Biblioteca Nacional, el de la Biblioteca del Instituto Cervantes, el profesor Evaristo Martínez-Radío, Octavio, encargado de la oficina de turismo de Navia… todos me ayudaron desinteresadamente. Y no lo digo de manera gratuita. No es que te den la clave, la piedra roseta de tu historia… sino que te dicen “busca aquí”, “mira allí”, “eso no era así”… salvo un caso: Juan Soriano Izquierdo, cronista de Bailén hasta 2009, me proporcionó… no, mejor dicho: viajó conmigo hasta el Bailén de 1808. Persona amable y afable, me guió por las calles y plazas, “aquí estaba tu mesón Majuelo, aquí tu querida posada de diligencias”; fue espectacular visitar el  angosto camino y el paso del puente que cruzó el ejército de Dupont aquella madrugada del 19 de julio de 1808, y ver cómo el dedo de Juan Soriano señalaba las posiciones españolas, los cerros, las hazas, “allí estaba la sección central de la artillería de Reding”… Pude ver el color de la hierba, la luz entre los árboles del sendero, oler el aire, escuchar el viento. Eso es investigación, es viajar a tu propio libro. Poder contar los pasos de anchura de una calle, tocar los árboles de Recoletos evocando a Teresa y Alonso, cruzar en diagonal la Puerta del Sol emulando a Tomás el mulero…
También hay veces que se hace muy cuesta arriba el asunto. Por ejemplo, yo no puedo cruzar el puerto de Pajares de Asturias a León de madrugada bajo una ventisca… pero Jovellanos sí, y anotarlos en sus Diarios, y yo doscientos años después tomar notas de ellos.
Creo que el libro ha quedado muy vivo. Quiero decir, los pasos resuenan en las calles, la artillería central del general Reding vuelve a atronar 205 años después, las aves retornan a las marismas de Zeluán rumbo al campanario de la vieja iglesia de Avilés, la tinta vuelve a emborronar los legajos del bando de los alcaldes de Móstoles, la sangre tiñe de nuevo la puerta del Sol, la entrada al parque de artillería de Monteleón sigue enhiesta, el viejo palacio de la Audiencia Provincial de Oviedo, el palacete de los Llano Ponte de Avilés hoy cerrado a cal y canto... retornan, vuelven, nos miran, nos acechan, lectores y personajes, y al propio autor.

     Al fin y al cabo, no somos sino lo que fuimos

miércoles, 8 de enero de 2014

¿Qué música tendría "La Carga de los Mamelucos"...?

El Dos de Mayo fue una jornada terrible. Una insurrección de los barrios bajos de Madrid, liderada por manolos, majas y unos pocos militares díscolos que se saltaron la orden terminante del capitán general de Madrid: permanecer en los cuarteles.

Uno de los momentos que han pasado a la Historia aquella jornada, es la carga de los mamelucos que Francisco de Goya y Lucientes inmortalizó para siempre en su gran cuadro de 1814 pintado en óleo sobre tela: "La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol".

¿Habéis estado en el Museo del Prado y lo habéis visto de cerca? A mí me impresiona ver, tan reales, las caras de horror y de miedo de los madrileños a los pies de los caballos intentando acuchillar y descabalgar como sea a los mercenarios del imperio francés.
La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol

En la novela, es Tomás el mulero quien vive en primera persona la carga de los mamelucos, con la "cámara" metida dentro del meollo mismo de la acción, en las mismas tripas de la Puerta del Sol. Os dejo un fragmento de esos pasajes, que tanto me costó escribir, y también un nuevo corte de la Banda Sonora de la novela, titulado, cómo no, "La Carga de los Mamelucos".

"(...)Tomás pudo entonces verlos aparecer detrás de la gente que huía despavorida. Eran jinetes que, desde la perspectiva del mulero, parecían cabalgar a lomos de los paisanos, enseñoreándose con turbantes blancos, sables, cimitarras y pistolas, con la tez oscura y llamativas barbas y bigotes. Serían unos cuarenta, y llevaban de compañeros a dos escuadrones de cazadores con sus brillantes y empenachados yelmos a la griega.
El mulero a punto de acuchillar a un mameluco.
"(...)Y Tomás, viendo al mameluco detenerse a tres pasos de él, y sin saber por qué, lo agarró por detrás tirándole de la ropa, lo descabalgó de espaldas y lo amenazó con un chuzo que de pronto le apareció en la mano. Otro egipcio pasó entonces rozando el caballo del caído y levantó, apuntando a Tomás, un cuchillo afilado y peligroso en cuyo filo se leía: «Sans pitié». Más paisanos tiraron del animal hacia delante, el nuevo mameluco cayó al suelo y Tomás lo remató, una y otra vez, y otra, y otra...
...y ese horror, añado, no lo olvidó en su vida. 

https://soundcloud.com/ruben-s-cueva/17-la-carga-de-los-mamelucos

sábado, 4 de enero de 2014

AUDIO DE LA ENTREVISTA EN RADIO LIBERTAD

Aquí están los 11 minutos de entrevista de esta mañana en el programa "Con 29 letras".

Charlamos, en unas breves pinceladas que sirven como anticipo a la publicación de la novela, sobre el proceso de escritura, los personajes, qué significa la Vieja Bandera...


Estoy muy contento... ¡y quiero repetir!


viernes, 3 de enero de 2014

¡ENTREVISTA EN RADIO LIBERTAD SÁBADO 4 ENERO!

Mañana, sábado 4 de enero, a las 11:00 horas, estaré en el programa Con29letras, de Radio Libertad.






Guiado por su presentadora, Carmen Klecker, conversaremos sobre la novela LA VIEJA BANDERA, una de las novedades de la editorial De Librum Tremens para el inicio de 2014.

Hablaremos del proceso creativo, de los personajes, de su tiempo histórico, de sus ciudades...


A las 11:00h. Dial 107.0 Fm en #Madrid... ¡¡Y on line para el resto del planeta a través de su web http://radiolibertad.com/!!
Y si no puedes escucharlo en directo, ¡visita su podcast en ivoox!