Nos llega una nueva reseña y crítica de 'La Vieja Bandera', esta vez realizada por nuestro amigo, el periodista de 'La Voz de Avilés' y 'Guía Grupo Norte', autor del libro 'La Soledad del Portero', Santy Menor. Le agradecemos sus palabras, así como sus recuerdos personales. Un placer contar con lectores como él.
LA VIEJA BANDERA 1-5-15
Lo conocí siendo alumno de primero de Bachillerato y con él recordé lo estudiado en Secundaria y alguna cosa más de la Revolución Rusa. Era un entusiasta de la historia, un entusiasta de su trabajo y cuando supe que su primera obra tenía mucha relación con el pasado no me sorprendió en absoluto.
Mi segundo y definitivo contacto con él llegó a través del Real Avilés,
una pasión que nos une. Fue entonces cuando atamos cabos, recordamos
los viejos tiempos y cuando me enteré de la publicación de su primer
libro no dudé en ir la presentación oficial y comprarlo. Mi falta de
tiempo y el amontonamiento de ejemplares en la mesita me hizo esperar
bastantes meses antes de abrir La vieja bandera, pero desde el primer momento en que lo hice y hasta la última página, la historia me mantuvo en vilo.
Y es que Rubén me ha
sorprendido. Confiaba en descubrir buenas descripciones, apuntes
históricos para sentar cátedra… Pero la capacidad que ha tenido para
recrear escenas de todo tipo, el toque humorístico, la minuciosidad en
los detalles y la variedad lingüística me terminó por conquistar del
todo.
Quizá sea un libro algo denso para
lectores y lectoras noveles, pero pese a ello lo recomiendo
fehacientemente. La interrelación de historias, el paso del presente al
futuro con una delicadeza impecable, la calidad narrativa… La vieja bandera
lo tiene todo. Además, a mí las historias que más me gustan son las que
tienen un final feliz y en este caso se cumplieron mis expectativas.
Quiero darle mi enhorabuena pública a Rubén
por el talento literario que ha demostrado y espero leer más pronto que
tarde su segundo libro, que seguro no tendrá nada que envidiarle al
primero.
PD: Soy muy de Alonsín y de Tomás.
Por cierto, el primero me recuerda un poco a alguien que por un tiempo
me dio clase. Y sí, él también intentaba dar lo mejor de sí frente a sus
alumnos.