El pasado día 18 de diciembre a las 20:00 horas, se celebró la presentación de "La Vieja Bandera" en el salón de actos del Centro Asturiano de Madrid. En el acto, intervino su presidente, Valentín Martínez-Otero, el editor de De Librum Tremens,
Alberto Pertejo, el escritor, articulista y profesor de literatura Luis
Arias Argüelles-Meres, y el autor de la novela, Rubén Sánchez Cueva.
Fue
un acto sencillo y agradable en el que el presidente del Centro
Asturiano, Valentín Martínez-Otero, introdujo la novela en el contexto
histórico de la España, y concretamente la Asturias, de 1808, señalando
su importancia como primer territorio en declarar la guerra a Napoleón
Bonaparte. Asimismo, quiso subrayar el apoyo que el Centro Asturiano
ofrece siempre a los asturianos que viven lejos de su tierra.
Por su parte, el responsable de la editorial, Alberto Pertejo,
quiso señalar el estado actual del mundo literario en España, invadido
por una latente mediocridad y ansia de ventas masivas con escaso o nulo
sitio para los autores más desconocidos. En este sentido, quiso recalcar
el contrapunto que ofrece, para la editorial, el hecho de publicar
novelas y trabajos serios y rigurosos, en este caso refiriéndose al
ámbito histórico, y en general queriendo señalar la escasa diferencia de
calidad existente entre los autores superventas y aquellos escritores
que publican con casas más modestas. Igualmente, quiso ofrecer unas
breves palabras alabando "La Vieja Bandera".
Recorte de prensa de "El Comercio" sobre la presentación. |
Y finalmente, el autor, Rubén Sánchez Cueva, tras los agradecimientos de rigor (sobre todo uno, entrañable, a su esposa), incidió en aspectos como la "señardá", hermosa palabra asturiana que significa nostalgia; una nostalgia, según él, que no es sino gran motor de la novela. Señaló que las ciudades y paisajes que son escenario de la trama (Avilés, Oviedo, Madrid, Móstoles y Bailén) quiso plasmarlas fielmente a como entonces eran, con una recreación de las mismas, pretendiendo que constituyan un personaje más del libro. Y precisamente sobre los personajes quiso resaltar el reflejo de su variada idiosincrasia tanto en el acervo cultural como en la forma de hablar y expresarse, entremezclando a su vez personajes reales con los protagonistas inventados, intentando hacerlos confluir de manera natural. No obstante, el autor quiso hacer especial hicapié en que lo anterior y más cosas no son sino los efectos especiales, y que lo más importante es el corazón de la historia y de sus personajes: sus dudas, miedos, pasiones, amistades... y "el heroísmo del que no tiene nada". Finalmente, quiso hacer mención a un matiz de la trama: la conexión de dos mujeres separadas por dos siglos como inicio vehicular de la historia, confrontando pasado y presente, derrota y victoria.