CRÍTICA DE PAZ GARCÍA
Título: LA
VIEJA BANDERA
Autor: Rubén
Sánchez Cueva
Editorial: De
librum tremens
“Las últimas
luces del día acariciaron los pilares del puente de piedra. Los dos arcos
circulares cruzaban el agua sombreando el cauce, mientras, alrededor, la luz
era amarilla y dorada y el aire de primavera arrancaba rachas de frescor que
cimbreaban las ramas de la cercana alameda. Una gran tranquilidad y parsimonia
suspiraba sobre la pequeña ciudad de Avilés, […].
La luz tendida
se tornó rojiza mientras el sol se hundía difuminándose entre un grupo de nubes
blancas y alargadas, tiñendo de naranja la ondulante cinta marina. Más allá del
puente, los álamos tumbaban sus sombras sobre los muros milenarios.”
La novela, cuidadosamente escrita, se desarrolla en tres
escenarios fundamentales: Avilés, Móstoles y Bailén en 1808. Los protagonistas,
Alonso (el maestro) y Tomás (el mulero), ambos de Avilés, junto con Teresa
(bordadora) de Madrid, se verán envueltos por el devenir de los hechos en las
situaciones más extremas (guerra, muerte, miedo, angustia…); esas que son
capaces de mostrar lo mejor y lo peor del ser humano. De todos ellos, me quedo
con la figura de Alonso, el maestro, un auténtico romántico amante de su
trabajo. En él se ve reflejado a la perfección, todo el abanico de virtudes y
defectos que puede mostrar el ser humano en situaciones extremas:
lealtad/abandono, honor/remordimiento, añoranza, desesperación, amistad, amor
fraterno-filial, pasión…
Se trata de una novela histórica (todo un reto como
lectora, puesto que se trata de un tema poco atrayente para mí), donde lo
novelado se funde perfectamente con los hechos que realmente acaecieron en esta
época. Tras una gran labor de documentación (archivos históricos de las
diferentes ciudades en las que trascurre la novela, historiadores, cronistas oficiales
y otros), el autor realiza una excelente descripción de hechos, lugares y
personas, a través de una muy bien llevada cronología, resaltando en cada momento
lo más humano que traspira cada personaje que relata. Sin duda, para los
conocedores de estas ciudades, la lectura resultará especialmente “acogedora y
didáctica”, pues a través de las múltiples notas al pie, incluso para un
auténtico neófito de la historia, su lectura resulta formativa y atractiva.
En el escenario planea casi invisible, La Vieja Bandera,
que lejos de tener su propio significado, adquiere en cada momento el de los
personajes, careciendo de una única interpretación, para reflejar, en realidad,
cada sentimiento.
“Un cielo
perlado de nubes se tendía sobre las últimas colinas que podían distinguirse, verdosas
y onduladas, en los límites del camino que llegaba desde Oviedo. Al norte, más
allá de donde podía alcanzar la vista de los viajeros, la luz parecía
emblanquecerse y el telón gris horadarse ante la inminencia eterna del mar.”